El reloj está corriendo.

Escrito por en 29 septiembre, 2022

“Imagínate que existe un banco, que cada mañana ingresa en tu cuenta la cantidad de 86.400 dólares. Este extraño banco, sin embargo, no suma tu saldo de un día para otro, y cada noche borra de tu cuenta el saldo que no hayas gastado durante ese día.

Todos nosotros somos clientes de ese banco que se llama Vida, y la cuenta de inversión se llama Tiempo. En el primer instante de cada día ese banco te ingresa en tu cuenta personal 86.400 segundos que puedes gastar solo en ese día, y todas las noches, cualquier cantidad que no hayas invertido en algo provechoso, lo da como pérdida y la borra de tu cuenta. No es posible acumular este saldo para el día siguiente. Todas las mañanas tu cuenta es reiniciada y todas las noches pierdes el saldo no aprovechado, y no puedes dar marcha atrás.

La reflexión de esta historia es que debes gastar tu tiempo viviendo el presente, y has de invertirlo en lo que es importante en tu vida… ¿Tu familia, tu educación, tu salud, tus finanzas, algún proyecto que deseas realizar…? El reloj está corriendo, solo tienes una vida, y en ella, más importante aún que el tiempo que tienes, es lo que haces con él.

Por tanto, inicia cada día viviendo cada instante e invierte tu tiempo sabiamente, haciendo lo mejor posible para lograr tus metas y propósito de vida. Tómate tu tiempo para clarificar cuáles son tus prioridades, y revisa como estás empleando ese tiempo para que ninguna de ellas quede fuera de tu saldo diario disponible, pues esos 86.400 segundos si no los inviertes bien, los habrás perdido para siempre y se esfumarán de tu cuenta bancaria de por Vida.

Para organizar nuestra vida con efectividad es necesario hacerlo desde un centro de principios o valores sólidos y desde el conocimiento de nuestra misión personal. Y para ello debemos concentrarnos en lo importante y en lo urgente, y mantener un equilibrio entre el incremento de lo que producimos y el aumento de nuestra capacidad de producción.

Esto quiere decir que para desarrollar adecuadamente cualquier labor y lograr óptimos objetivos, se deben cumplir tanto las actividades que son importantes como las actividades urgentes. Y en este sentido, una actividad es importante cuando contribuye a lograr la misión, valores y metas de alta prioridad en nuestra vida. Y una actividad es urgente solo cuando requiere de una atención inmediata.

Por tanto, la cuestión no es dar prioridad a lo que está en la agenda, sino ordenar en la agenda las prioridades. Y esto resulta más viable en el periodo de una semana, siguiendo los cuatro pasos siguientes:

Identificación de roles: consiste en poner por escrito nuestros roles clave (como padre/madre, como pareja, como trabajador/empresario, como miembro de una organización/comunidad, etc.), y escribir en lo que nos vemos dedicando tiempo durante los próximos 7 días.
Selección de las metas: consiste en pensar dos o tres resultados importantes que uno desea lograr en cada uno de los roles descritos durante los siete días siguientes, y estos resultados serán registrados como metas. A su vez, algunas de estas metas deben de estar relacionadas con actividades o acciones importantes que nos lleven a potenciar y a crecer en los roles que hayamos definido según nuestra misión o propósito de vida.
Programación personal: se puede considerar la semana que tenemos ante nosotros, con esas metas en mente, y programar el tiempo para alcanzarlas. Incluso se puede trasladar una meta a un día específico de la semana, ya sea como prioridad, o lo que aún es mejor, con una asignación horaria concreta.
Adaptación diaria: con la organización semanal de nuestras metas prioritarias, la planificación diaria se convierte en una función de adaptación diaria. Así, podremos dar prioridad a actividades y responder a acontecimientos, relaciones y experiencias imprevistas de un modo jerarquizado, según nuestro sentido innato del equilibrio. Simplemente echando un vistazo a nuestros roles y metas, podremos priorizar diariamente todas nuestras actividades, guiándonos por una especie de brújula interna donde siempre pondremos “primero lo primero”.
Esta forma de administrar el tiempo está enmarcada dentro de lo que se llama la cuarta generación, la cual más que a administrar el tiempo, nos plantea el reto de aprender a administrarnos a nosotros mismos. Y su desafío se centra en preservar y realzar las relaciones, y en alcanzar resultados, manteniendo siempre un equilibrio entre la producción de estos resultados y la capacidad de aumentar la producción de mayores y mejores resultados.

Tanto la administración del tiempo o de nosotros mismos, como la organización, la postergación, el equilibrio entre vida personal o profesional, el estrés por la falta de tiempo, etc. son asuntos muy importantes en la vida de las personas, y a menudo son abordados en procesos de Coaching. A veces, conocer y apreciar bien el valor del tiempo y aprender a optimizarlo, puede significar la diferencia entre vivir una existencia plena o vivir en plena frustración. Por ello, próximamente dedicaré un post para profundizar más en este asunto y facilitar herramientas para abordar un aprovechamiento del tiempo con mayor efectividad.

¡Feliz reflexión y felices próximos 86.400 segundos!


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