Ser y no hacer.

Escrito por en 22 septiembre, 2022

Una de las primeras preguntas que nos hacemos cuando tenemos un problema es: ¿Qué hagoooo? Y al instante, reflexionamos sobre las diferentes alternativas posibles para actuar. Sin embargo, algunos problemas no se resuelven después de ese ejercicio. Se repiten, o simplemente se posponen, pero no se solucionan. Esto pasa porque quizás deberíamos enfocarnos en Ser y no Hacer.
En principio, esto puede sonar un poco indefinido, pero en realidad se trata de una idea muy concreta. Algunos problemas no se resuelven porque la solución no está en realizar alguna acción específica para ponerles fin. Lo que exigen es un cambio, ya sea en el enfoque, en la actitud o en algún aspecto de la personalidad. Por eso hablamos de Ser y no Hacer.
El Hacer se torna inútil cuando el origen de una dificultad está en el Ser. Pensemos, por ejemplo, en alguien que intenta reiterativamente lograr que su esposa/o le preste más atención. Se lo reclama con frecuencia y pretende que se comprometa al respeto. Sin embargo, no logra solucionar lo que sucede. Quizás lo adecuado no es que reclame (Hacer), sino que revise lo que hay detrás de su necesidad de atención frustrada (Ser).
La primera idea a destacar es que muchas veces no logramos definir un problema o señalar qué es realmente lo problemático de este. Muchas veces lo que prima es el afán de apartarlo, de quitárnoslo de encima. Lo vemos exclusivamente como una incomodidad o una amenaza que hay que afrontar cuanto antes.
Esto lleva a que muchas veces nos apresuremos. Se activa la acción, o la reacción, mucho antes de que se haya completado un análisis razonable de la situación. Mantenerse inactivo por un tiempo no es una opción para muchos.
Los problemas más prácticos y materiales suelen resolverse haciendo algo. Si la llave gotea, hay que repararla. Esto no exige mayor reflexión, porque se trata de una dificultad visible, que se puede precisar y frente a la que hay protocolos de acción ya establecidos. Ante problemas más abstractos la situación es diferente. Es ahí cuando cobra importancia Ser y no Hacer.
Es en el Ser donde se le da significado a una dificultad, donde se forja una actitud frente a ella. Generalmente, ganamos mucho cuando observamos y evaluamos nuestra propia actitud frente a un problema.
Ser y no Hacer significa adelantar esas reflexiones y buscar enfoques en los que esté incluida una mirada sobre lo que sentimos y pensamos, frente a aquello que nos ocurre. Es muy probable que la forma de ver el problema y la actitud que asumimos frente a él sean lo que esté determinando su prolongación o su solución.


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