Parar, pensar y actuar.

Escrito por en 4 agosto, 2022

Evidentemente que no, porque cada cabeza es un mundo, pero si hay algo en esta vida que nos da “dolores de cabeza” es no tener claro el valor del TIEMPO y saber reconocer a tiempo cuáles son y cómo establecer PRIORIDADES EN LA VIDA.

Y digo en la vida porque la prioridad nos toca a todos de diversas maneras y en diversos escenarios:

En nuestras actividades de la casa, en nuestra relación matrimonial y familiar, en el manejo de nuestros recursos económicos, en el trabajo y en cualquier otra circunstancia que amerita detenernos y evaluar que sí para ahora y qué para más tarde. Así de sencillo.

Si nos remitimos a su aspecto conceptual, la prioridad hace referencia a la anterioridad de algo respecto de otra cosa, ya que sea en tiempo o en orden.

Podríamos decir que es la preferencia de una persona o cosa sobre otra, o hasta incluso que es más importante que otra que puede esperar.

Si su significado lo llevamos a nuestra vida diaria en el Hogar, son muchos los momentos en que deberíamos detenernos y revisar si lo que haremos es “prioritario” o puede esperar.

Uno de los grandes errores es cuando no tenemos claro lo que queremos, porque es seguro que nos lleve al camino equivocado. Y es algo más común de lo que pudiéramos creer.

Si no tenemos un NORTE claro, se nos esfuman las horas en distracciones o ladrones de tiempo y al final de la jornada no hemos sido productivos.

Pero lo que toca, es decir: ¡¡¡STOP!!! Ya está bueno de vivir una vida sin PRIORIDAD, es momento de tomar acciones correctivas que permitan optimizar un recurso tan valioso y necesario como es nuestro tiempo.

Cuando acondicionamos nuestro cerebro a que nuestras listas de asuntos pendientes sean distribuidas en los colores de un semáforo, se nos hará más sencillo detectar lo que verdaderamente debemos atender antes que las demás cosas.

No podemos pretender que lavar los platos se haga martes y sábado, cuando es una prioridad cotidiana, pero sí podemos planificar pintar alguna pared o cambiar las cortinas que van deteriorándose por el sol.

Aquí te invitamos a hacer la analogía del semáforo:

La luz roja, es indicativa de detenernos, hay algo que representa peligro. Y este peligro es lo que es necesario, obligatorio realizar, que es urgente que hagamos para poner orden en nuestra casa y nuestra vida.
La luz amarilla, puede ser indicativa de un llamado de alerta a tomar en cuenta, sin que tenga la prioridad de la luz roja.
La luz verde, nos anuncia que hay cosas por hacer, que serían buenas hacer, pero que no embiste una amenaza o consecuencia nefasta si no llegamos a hacerlo en el tiempo planificado.

Lo que amerita es la constancia, la fuerza de voluntad interior de cambio, el compromiso, la persistencia, si no sale como en un inicio teníamos previsto, porque al principio, es natural que podamos fallar, no ser atinados, sin embargo, será aprendizaje para la siguiente oportunidad.

 


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