No siempre es posible cambiar las circunstancias, pero sí podemos cambiar la manera de interpretarlas. Para eso tenés que aprender a valorar lo que tenés, y eso significa agradecer.
Cambia la cultura de la queja por la del agradecimiento.
Agradecer y valorar lo que tenés hace que tu conducta sea más responsable ante los retos de tu día a día. Tu capacidad de agradecer puede ser ilimitada una vez que sos consciente de los detalles maravillosos que tiñen tu vida cada día.
Vos tenés el poder de cambiar y elegir. Solo así podrás ver el abanico de opciones que hay frente a vos para que los contratiempos se conviertan en oportunidades.
Si te quejas constantemente, construís un muro frente a vos que te impide superar los contratiempos.
Cuando te quejas, no resuelves nada. Es más: contribuís a crear más malestar a tu alrededor.
Esto no significa que no puedas comentar con otras personas algo que te ha pasado o una situación con la que no estás de acuerdo, te duele o te molesta. Pero si lo haces con mucha frecuencia, podés llegar a cansarlos e incluso pueden llegar a considerarte una persona tóxica.
Vivir en una queja constante y manifiesta te impide resolver tus problemas y sin darte cuenta trasladas la responsabilidad de solucionarlos en terceras personas. Por eso, lo mejor que podés hacer es dejar a un lado las quejas y ponerte inmediatamente a buscar soluciones.
Aunque no lo creas, hay un abanico grande de posibilidades que se abre delante tuyo.
Post comments (0)