Primero, la buena noticia. Al aumentar la temperatura del agua que se aplica a una mancha, aumenta también la solubilidad de la mancha. Obviamente, disolver la mancha es un buen primer paso para eliminarla.
Ahora, la mala noticia. En la práctica, “disolver” la mancha hace que ésta se extienda.
En general, el agua caliente ayuda a degradar la mancha, pero eso no la elimina. Hace que penetre más profundamente en la fibra. Las manchas de aceites, en especial sobre tejidos sintéticos, reaccionan así. Una vez que la mancha se fijó en el nivel profundo de las fibras, los detergentes y la limpieza en seco son ineficaces. En otros casos, el agua caliente realmente produce una transformación química en la mancha propiamente dicha, que entorpece su eliminación. Las manchas de proteínas son un buen ejemplo de este problema, como ilustra Sheryl Zapcic, portavoz de Lever Brothers:
Si uno de los componentes de la mancha son proteínas, el enjuague con agua caliente hará coagular la proteína. Por ejemplo, la clara de huevo, que es una proteína, se puede aflojar con agua fría sin que se coagule; sin embargo, el agua caliente coagulará la clara de inmediato.