Este es uno de los pocos refranes que tienen contrarefrán. Truco, quiero retruco.
Uno que pregona: “Al que madruga, Dios lo ayuda”; otro que contragolpea: “No por mucho madrugar se amanece más temprano”… Pero, el que pregona: ¿está realmente convencido y gustoso de que así sea, o lo formula sólo para darse pila y poder saltar de la cama?… Y el que contragolpea: ¿sabe administrar mejor su tiempo, sin tanta ansiedad ni esfuerzo, o es solamente más dormilón, para no llamarlo vago?
Siempre hay una cara para una ceca, un anverso para un reverso, un par para un impar… Este refrán exalta la importancia de tener iniciativas para todo tipo de metas: laborales, escolares, deportivas, las que sean. Lo cual está muy bien. Pero le adjudica importancia al esfuerzo, al sacrificio… Y hasta te pone una zanahoria delante por si hiciera falta… “Un billete encontró el que madrugó”, le dice el padre al hijo para despertarlo. Y el hijo entredormido le replica: “Pero más madrugó el que lo perdió, y mirá cómo le fue”…
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