¿Por qué aplaudimos para expresar nuestro regocijo?
Los antiguos griegos expresaban su aprobación a las obras de teatro vitoreando y aplaudiendo. Los romanos chasqueaban los dedos, aplaudían y hacían ondear la punta de sus togas, o bien, sacudían tiras especiales que se distribuían entre el público para tal propósito.
En el siglo XVII, chiflar, pisotear y aplaudir era lo correcto para mostrar aprobación a un espectáculo. Tales prácticas se observaron también en las iglesias durante un tiempo, pero cuando el clero prohibió estas manifestaciones, toser, tararear o soplar por la nariz pasaron a ser la forma en que se aprobaba un sermón brillante o un coro bien entonado.
Los psicólogos afirman que cualquier forma de aplauso satisface la necesidad humana de expresar una opinión, y además da a la audiencia la sensación de que está participando. Palmear una mano contra otra para expresar aprobación posiblemente se derive de palmear la espalda de alguien cuando lo felicitamos. Como los espectadores no pueden palmear a los actores en la espalda, aplauden. Aplaudir también es una forma de expresar la emoción reprimida o el deleite. Los niños y los chimpancés lo hacen espontáneamente.