¿Verdaderamente merece el esfuerzo tener en los labios de manera continúa la frase: “Tengo que hacer….”.?
Deberíamos llevar una vida tranquila, donde poder saborear los momentos con sencillez y sin excesos. Esto no quita al día de hoy que no nos estresamos o estemos demasiado ocupados y que consigamos relajarnos con facilidad.Aunque sí con los años aprendemos a ser selectivos con nuestro tiempo y consciente de cómo lo invertimos, consiguiendo eliminar siempre que podemos las presiones de la vida diaria. Hemos ido aprendiendo la cantidad de tiempo que perdemos en tonterías y en dar importancia a cosas y a personas que no la tienen.
Ni es sencillo, ni todos los días son iguales, pero hay que aprender a disfrutar de esas pequeñeces que nos ofrece la vida y que nos llenan tanto; como por ejemplo… Disfrutar de un desayuno tranquilo, no siempre es posible, pero cuando lo sea saboréalo al máximo; mirando por la ventana mientras tomas el café, escuchando a los pajaritos o mirando las filas de hormigas pasar. Volvé a disfrutar de tu pasatiempo favorito, recupera aquellos que tanto te relajaba, como por ejemplo: dibujar, coser, pintar,leer,escribir; algún hábito que dejaste abandonado y ahora es tiempo de recuperarlo.
Prepara la comida para disfrutar de ella, sobre todo, de la compañía y de la conversación de tu gente. Esto es algo que cuesta hacer porque, cocinamos apurados, contra reloj, porque tenes que ir a trabajar o llevar los chicos a la escuela… Por eso hacemos comidas sencillas, no de recetas elaboradas.
Recorda que las prisas no son buenas consejeras, como dice el refrán. “Debemos volver a lo simple”, a lo que nos produce bienestar, a disfrutar del placer de las pequeñas cosas. La vida hay que saborearla. Aunque no siempre es dulce y, a veces, se vuelve amarga, hay grandes razones para disfrutarla. y de qué depende? De tu actitud, porque no es lo que sucede, si no lo que te provoca y haces con lo que sucede.
Post comments (0)