Hoy vamos a tratar las distintas situaciones que pasan muchas personas al experimentar una tragedia o perdida, casi todos atraviesan cierto tipo de aflicción, y es bueno aceptar esas situaciones para tratar de ganar un mejor entendimiento de lo que nos está sucediendo en el proceso y mirar qué podemos hacer para obtener un mejor beneficio.
“Confía en el Señor de todo corazón y no en tu propia inteligencia. Reconócelo en todos tus caminos y el allanara tus sendas”
El shock y la negación son las primeras dos cosas que enfrentamos cuando sufrimos una pérdida o tragedia. Dios utiliza esto para protegernos de una devastación completa. Cuando decimos shock es algo que sacude la mente o las emociones con un golpe inesperado y violento, el shock es en verdad una protección interna, que nos da tiempo para ajustarnos gradualmente al cambio que acaba de suceder y evita el enfrentamiento a la realidad de un solo golpe, tenemos que tener una nueva predisposición que nos da tiempo para pensar como desarrollar nuevas estrategias para nuestra vida futura.
Para dar un ejemplo, considera los amortiguadores de un auto, están diseñados para suavizar el golpe al vehículo de estorbos inesperados en el camino. Sin ellos, el auto se rompería como resultado de los estorbos que encuentra en el camino.
Esto tiene un paralelismo con nuestra vida; estamos viajando en el camino de la vida y muchos de nosotros no esperamos encontrar lomos de burro ni baches. Por lo tanto, no estamos preparados para esto cuando se presentan. Nuestro “amortiguador” instalado por Dios, suaviza el golpe mientras reajustamos y adaptamos nuestro pensamiento al cambio inesperado en el camino. Las situaciones de dolor pueden durar desde unos minutos hasta varias semanas, pero si persiste por más tiempo, algo está mal.
El shock saludable es como una anestesia temporaria, sin embargo, no podemos mantenernos permanentemente bajo anestesia. Tenemos que seguir hacia adelante. El shock es un escape temporario de la realidad, pero si no es temporaria puede ser un problema serio.
Cuando estés atravesando el shock causado por una pérdida trágica, como creyente, tiene que reconocer la división entre el alma y el espíritu. Aun en tiempo de tragedia o pérdida tiene que discernir la diferencia entre sus emociones humanas y la guía verdadera de Dios.
Pero muchas veces aparece la negación, que te quiero decir, la negación es el rechazo a confrontar la realidad, lo que muchas veces causa enfermedades emocionales y mentales en diversos grados. Dios nos ha equipado concediéndonos autoridad para enfrentamos a la realidad, para andar tomado de su mano a través del valle oscuro, y para superar los obstáculos que la vida nos trae. Con el Espíritu de Dios que vive en nosotros y que vela por nosotros, podemos decir como el rey David: “Aunque, ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tu estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento”. Aun cuando la muerte trae una sombra sobre nuestra vida, podemos vivir en esperanza. A hablar de esperanza, pensa de nuevo en los tres amigos de Daniel en el horno ardiente. Aunque tuvieron la experiencia de ser echados en el horno que había sido calentado siete veces más de lo normal, el Señor estuvo con ellos en ese infierno abrasador.
Podemos ver sucesos bíblicos como éste que nos animan cuando nos encontramos en momentos difíciles. Tal como Dios estuvo con los jóvenes en el horno ardiente, y salieron libres sin ninguna herida permanente en ellos, así también El estará con nosotros en cualquier situación que enfrentemos en la vida.
Es la voluntad de Dios que nosotros enfrentemos la realidad, y que salgamos victoriosos en cualquier situación. Enfrentar la realidad es difícil, pero huir de la realidad es aún más difícil.
Ahora bien, entre los síntomas aparece otro que está marcado por “el enojo” y sus diferentes tipos
El enojo contra Dios, ya que creemos que Él es bueno y está en control de nuestra vida, de modo que, cuando la tragedia nos ataca o nos suceden perdidas, no entendemos por qué Dios no evita que estas cosas nos sucedan y nos duelan tan profundamente. Cuando enfrentamos una perdida trágica, muchas veces nos enojamos y preguntamos ¿Si Dios es bueno y todopoderoso, porque permite que cosas malas les sucedan a personas buenas? Esta pregunta se convierte en un asunto mayor cuando somos nosotros, los hijos de Dios, quienes estamos sufriendo.
En esos momentos, la razón quiere gritar, “¡Esto no tiene ningún sentido”! Una y otra vez, la pregunta es “¿por qué, Dios?, ¿por qué?” atormenta a quienes están en sufrimiento por una perd1da, como también tortura al abatido y a quién está en soledad. El apóstol Pablo indica que siempre hay preguntas sin resolver mientras estamos en esta vida.
Nos atormentamos con razonamientos excesivos, tratando de entender las cosas, confundiéndonos en la búsqueda de respuesta, pero su palabra nos dice que confiar en Dios nos trae seguridad y dirección.
Cuando nos enfrentamos a un tiempo de crisis en la vida, necesitamos dirección, y confiando en es la manera de hallar dirección.
¡La confianza requiere permitir algunas preguntas sin respuesta en tu vida! Esta verdad es difícil para nosotros, porque nuestra naturaleza humana quiere entenderlo todo. Y vemos que su palabra dice: “Por lo tanto, permitir que la naturaleza pecaminosa les controle la mente lleva a muerte. Pero permitir que el Espíritu les controle la mente lleva a la vida y a la paz”
Queremos que las cosas tengan sentido, pero el Espíritu puede causar que tengamos alegría en nuestro corazón sobre algo que para nuestra mente natural no tiene sentido. No importa cuán intenso es tu dolor por una pérdida o tragedia, el Espíritu de Dios te puede dar una paz profunda y confianza de que, de alguna manera, todo saldrá bien.
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