La alegría verdadera, según diversos estudios, tiene muchos beneficios tanto para la salud mental como para la salud física. Miremos los más importantes:
- Disminuye el estrés: Está comprobado que reírnos hace que el cerebro produzca hormonas encargadas de reducir el estrés (Serotonina, Adrenalina, Endorfinas, y otras).
- Mayor autoestima: Sabemos que aquellas personas felices o que se sienten bien consigo mismas, tenderán a cuidarse más y a llevar comportamientos o estilos de vida saludables como hacer ejercicio y comer bien.
- Mejor rendimiento: Si estamos alegres rendiremos mejor tanto a nivel académico como laboral. Existen muchos programas de motivación que tienen como objetivo alegrar a los trabajadores porque está comprobado que los trabajadores alegres y felices son más productivos.
- Mejora el sistema inmunológico: Los estudios nos enseñan que las emociones positivas mejoran el trabajo de nuestro sistema de defensa.
- Mejora el sueño: Las emociones negativas hacen que tengamos peor sueño. En el caso de la alegría, nuestro sueño mejora y hace que tardemos menos tiempo en dormirnos y que tengamos más calidad y cantidad de sueño.
- Incrementa la edad media de vida: Varios estudios mencionan que las personas alegres y felices viven más años que las que no lo son.
- Al reírnos hacemos ejercicio: Cuando nos reímos se ponen en movimiento más de 20 músculos.
- Es un reforzador de conductas: Cuando sentimos alegría tras la ejecución de una conducta, la probabilidad de que repitamos esa conducta, aumenta. Por eso, la alegría es uno de los factores que está involucrado en que perseveremos en nuestras metas a mediano y largo plazo.
CÓMO ENTRENAR LA ALEGRÍA???
La alegría se puede entrenar y para ello existen una serie de técnicas:
Conectate con vos mismo. Pregúntate, ¿qué te hace feliz?
Aprende a pensar de manera positiva. Aprende a ver el lado bueno de las cosas.
Entrena el autoconcepto. Aprende a aceptar las críticas, acéptate y trátate con amor.
Sé empático con los demás. Para poder disfrutar de la alegría debemos ser empáticos y no alegrarnos del mal ajeno.
Pide ayuda. Si no eres capaz de entrenar tu alegría, no dudes en buscar ayuda.
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